Historia
Se dejó de celebrar (o apenas se celebró) a partir de 1936, hasta que se ha recuperado conjuntamente a partir de 2007.
Los carnavales de estos pueblos duraban desde el sábado hasta el martes de carnaval, sin embargo, los días más señalados eran el domingo y el martes.
El domingo al mediodía salían los jóvenes, disfrazados de Porreros, asustando a los niños y haciendo todo tipo de gamberradas. Por la tarde pedían por las casas con tambor y guitarra o acordeón. A la noche disfrutaban de una cena con lo recogido por las casas, con música de velada.
El lunes, los jóvenes acudían disfrazados al Carnaval de Agurain, con un carro y una mula, junto al resto de los pueblos de La Llanada Alavesa. Para la ocasión, con frecuencia los jóvenes elaboraban carrozas satíricas. Desde estos pueblos de Asparrena se acercaban los jóvenes con los bueyes engalanados y el carro.
El martes preparaban al Hombre de Paja. Subían al monte a por aulagas, para la hoguera. Por la tarde era acusado de los males de la localidad. Finalmente se le quemaba o se le reventaba con pólvora.
Las chicas iban como las abuelas del pueblo, todo de negro: falda, chambra, delantal y pañuelo. El rostro cubierto con una careta pintada por ellas.
Los chicos con la cubierta de los bueyes colocada de distintas posiciones, normalmente sobre los hombros, atada con unas correas. De la correa del pecho, colgaban pelo de rabo de buey.
Antaño era muy importante que el disfraz y la careta ocultasen la identidad de la persona. Incluso se disimulaba la manera de andar o se intercambiaban el calzado para no ser reconocidos. También encubrían la identidad con cuerpos deformes, ayudados por la paja, hierba u hojas de maíz. Cuanto más tiempo ocultaba su identidad, más se valoraba su habilidad en estas lides.
Era costumbre en tiempos pasados que los porreros llevaran un par de botas de vino con las que invitar a las vecinos en este momento de la ronda; los vecinos alzaban la bota deleitándose con aquel gesto de confraternización.
Había muchas similitudes entre los tres pueblos pero también algunas particularidades como:
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En Ilarduia
las chicas participaban directamente en el festejo. Para la quema traían aulagas de Zubieta. Por la tarde paseaban al “Hombre de Paja” y, después de sermonearle y condenarle a muerte, lo quemaban en la hoguera de aulagas. Al final de la comitiva de disfrazados iban tres, a modo de autoridades, con sus impecables capas negras. Estos tres personajes mantenían una cierta distancia de la comitiva, y era como si la estuviesen vigilando, para que todo transcurriese en orden. Uno de ellos llevaba el bastón de mando del alcalde.
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En Egino
los vecinos del pueblo se reunían antes de comenzar el Carnaval para concretar cuál sería la casa en la que se prepararían las comidas de los jóvenes durante los días de fiesta. Además de lo que les habían ofrecido en las casas y de lo que habían “robado”, los jóvenes mataban alguna oveja, cabra o incluso ternera para alimentarse a lo largo de esos días. Dos jóvenes se disfrazaban de bueyes y tiraban del carro y otros dos les ayudaban. Las aulagas las bajaban desde el “Alto de Gurrumendi”.
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En Andoin
uno de los personajes que salía era “El Oso”: Un acompañante llevaba un panal de miel, para conducirlo según su deseo. Otro iba vestido de lobo: Llevaba una cubierta de oveja negra, morro de lobo hecho de careta, orejas simuladas con dos cuernos pequeños y gorro de paja.